Renacer por Ana Villarreal Gómez (sección 10-1)
Renacer
En mi silencio que es tan hondo,
como un abismo, se asoman poco a poco mis sombras rotas
como espejos que van flotando como hojas,
como bailes incompletos qué se dividen en mil partes.
Fue despertada la esperanza en mi alma dormida.
Cuando miro mis heridas, las cuido y las amo, con mis manos suaves las acaricio.
Buscando rincones, con dolores que no quiero cargar.
Susurran mis penas como el viento entre ruinas,
mis sueños marchitos como flores del invierno,
como flores en el viento.
La paz es un viaje y yo el navegante.
Reconciliarme es un abismo que envuelve universos,
es el eco en las alas del viento.
Sus secretos son susurrados por los vientos suaves y ligeros.
Reflejos de un sueño por Paola Orozco Campos (sección 10-1)
Reflejos de un sueño
En un rincón del tiempo, donde las horas se desvanecen…
En un instante fugaz, donde en él habita la eternidad.
La luz del atardecer bañada su rostro
y cada rayo de sol parecía pintar nuestras vidas entrelazadas.
Tu risa, como un eco de alegría, fue llevada por el viento,
llenando al aire con dulzura.
Mirarte a los ojos era descubrir un mundo entero,
y en cada preocupación se desvanecía en el reflejo de tu ser.
Caminamos juntos por senderos de sueños,
con cada rosa de nuestras manos se tejió
la promesa de un mundo lleno de esperanza.
Eres la melodía que da vida a mi existencia
y el faro que guía mis pasos en la oscuridad.
Y así, con la tranquilidad de la noche,
comprendí que el amor es un lazo irrompible,
una promesa de eternidad.
Amarte es como bailar bajo un cielo estrellado
donde cada estrella es un recuerdo
y cada latido un nuevo comienzo.
El mar y la luna por Aura Morras Lobo (sección 10-2)
El mar y la luna
Si el mar pudiera amar a la luna.
Si el mar pudiera besar a su amada con un reflejo.
El mar ama a su doncella, la luna acaricia
su imagen con las olas como si la besara.
Su amor por la luna lo hace feliz
cuando la luna no aparece
él llora como un lino por las noches
el mar y la luna se juntan como uno solo.
El mar ha encontrado la paz, en los brazos de la luna.
El mar y la luna acordaron su amor entre sus abrazos.
El deseo por Rebeca Mora Peñaranda (sección 10-2)
El deseo
En ti yo pensaba,
cuando a solos estaba.
Mientras mi piel era acariciada por el viento,
no podía creer lo mucho que te amaba.
¡Pero qué sorpresa!
Que después de tanto tiempo,
todo esto avanzaba.
Ahí fue donde una sonrisa
en mi cara pintaba.
A través del reflejo de tus ojos,
tu amor yo miraba.
El deseo ahí estaba,
porque yo te ansiaba.
Pero que bendición la mía
que mi cuerpo sobre el tuyo
ya estaba.
Amor de padre a su hija hospitalizada por Michael Rivera Quesada (sección 10-2)
“Amor de padre a su hija hospitalizada”
En un gran hospital una pequeña sietemesina es atendida.
Entre punzadas inyecciones llanto salen de sus pulmones.
Con antibióticos y vitamina sube de peso la sietemesina.
Entre visita y sesión sube de peso, ¡qué emoción!
Conforme pasan los días de cama en cama se dirige a la salida.
Es una angustia, lo sé, pero la fe me tiene en pie.
Después de tanta agonía me voy a casa esperar el otro día.
Una despedida blanca por Andrés Serrano González (sección 10-2)
Una despedida blanca
La noche oscura con olor a madera nueva y calas frescas,
un corazón que palpitó por años
gracias a sonrisas de sabor a fresas.
Los huesos se vuelven polvo,
polvo que llevamos todos
en recuerdos que ya no estarán.
Así llega la hora de que tus ojos me miren,
por un vidrio de por medio
y que las lágrimas querrán quebrar.
Solo queda un cielo frío de febrero
y muchas almas unidas
enviando un mensaje al más alto,
para alivianar el dolor que niega sentir.
Las manos están heladas,
la piel blanca que dejaron sin cubrir.
El cuerpo desaparece con un cabello blanco,
pureza y amor al sentir que flotan mis fotos que llevo en el pecho,
un capítulo concluido que sobrepasa las láminas de mi techo.
Ella no volvió, pero desde ese día me deja verla
en los atardeceres rojizos y anaranjados de los cielos cumpliendo su promesa de que siempre podré tocar
su delicada piel con mis dedos.
Prisión por Julián Méndez Vargas (sección 10-2)
Prisión
Los sentimientos eran expresados por el silencio.
Yo grito contra este muro.
Y el muro calla.
Yo grito contra la bóveda.
Pero respuesta no encuentro.
Había hallado un vacío interminable.
Más que la prisión,
esta mudez me da miedo.
Ni los hierros son tan duros,
como este callar eterno.
Y la oscuridad es leve frente
a la muerte del eco.
Mi prisión es verdadera.
Solo por este silencio.
Dedicada a Febe Padilla Piedra por Rafael Ríos Orozco (sección 10-3)
Febe
Los años han pasado Febe y te volví a encontrar.
Y ese sentimiento nos envolvió otra vez.
Ahora ya con más madurez,
me di cuenta de que nunca te dejé de querer.
Nuestras vidas quisimos enlazar.
Aventurarnos en una historia, esta vez sin final.
Juntar nuestras vidas y vivir juntos nuestra realidad.
Nuestro amor hoy en día es una verdad,
y la viviremos por toda nuestra eternidad
juntos sin separarnos jamás.
Si te vuelvo a ver en otra vida por Cecilia Rivera Alfaro (Sección 10-3)
Si te vuelvo a ver en otra vida
Si en otra vida te vuelvo a ver,
quiero ser la brisa que roce tu risa.
Quiero ser el eco de tus pasos
y el calor de tu abrigo,
ser esa mano que te encuentre en el frío.
No habrá obstáculos en el camino que puedan detenerme,
ni silencios en esas noches tan oscuras.
Serás mi paz y
serás encontrado en mis pensamientos,
sabré que estaré contigo.
Lady Alfaro Marín (sección 10-5): Un helado invierno
Un helado invierno
Él ya no está,
dejó que las flores se marchitaran.
Dejó que le mataran aquellas tristezas que cargaba.
En sus sueños algunas veces,
lo visitaban sombras de penumbra.
Y estas lo atormentaban.
Las espinas de la vida le hacían sangrar
y su mente traicionera
lo acorraló hasta volverle loco.
Hizo sus pasos tan pesados y frágiles.
Yo fui testigo de aquella cárcel
que se había creado a su alrededor.
Ya no pude salvarle
porque la muerte también
me tenía enredada en su obscuridad.
Quiso llorar, pero no lo dejaron.
Quiso gritar, pero lo silenciaron.
Lo había visitado la agonía y no lo dejó escapar.
En mi pecho lo vi agonizar.
Sus cartas se las había llevado la lluvia y los poemas de amor.
Nada de él me quedó ni sus brazos sintieron más mi calor.
Es la mujer por Cristina Vargas Calvo (sección 10-5)
Es la mujer
La mujer luz de vida que provee energía,
Estás como la madre naturaleza alimentando
con amor la existencia en tus manos
puso Dios el milagro de crear naciones,
y las generaciones germinan
como semilla inmaculada en su vientre,
su gran fortaleza se impulsa por el mundo girar
y su cariño se refleja en las miradas tiernas
de un hijo lleno de vida.
Ecos de Lili en el cielo por Naomi Daniela Venegas Anchía (sección 10-5)
Ecos de Lili en el cielo
Su memoria, ha sido guardado en el cielo,
donde el eco de la risa de Lili es
escuchado en cada estrella.
La ausencia se pinta de silencio en cada rincón
y en las noches, su luz la recordaré en mi corazón.
Lili se ha quedado grabada en la brisa suave,
susurros de amor que no serán olvidados.
Por siempre en el viento será recordada,
como una llama que nunca será apagada.