Mi historia de vida
Teresita Caballo Picado, 10-2
Cuando nací, mi madre me contó que lo hice a los seis meses de gestación, no tenía bien formados los dedos, los médicos le informaron que yo no iba a poder estudiar por posibles problemas en mi desarrollo, pero terminé la primaria, me costó, pero lo logré. Trabajé desde mis quince años, en el transcurso de ese tiempo intenté sacar el colegio, pero me costó mucho.
Hasta el día de hoy yo siempre tuve el sueño de trabajar en un centro de salud, pasaba por el Hospital La Católica, anhelaba trabajar ahí. Yo en ese tiempo laboraba en una tienda de ropa, me gustaba, por cierto. Un día entró una señora muy elegante, la empecé a atender y conversando le comenté que era mi sueño trabajar en La Católica, me salió con la sorpresa de que ella trabajaba en ese hospital. Al terminar mi servicio con ella, me dijo que le enviara mi currículo, que ella me ayudaría, ya que por casualidad se desempeñaba en el departamento recursos humanos.
Primero ingresé a trabajar en el área de limpieza, mi meta era surgir, prepararme. Realicé un curso de asistente de paciente y me seleccionaron en el departamento de imágenes médicas, yo estaba muy contenta, había mucho por aprender, que por cierto, como a mí me cuesta un montón retener, andaba mi libreta de apuntes para no olvidar lo aprendido.
A los tres meses de estar allí, empecé a sentir síntomas raros en mi cuerpo y una noche convulsioné. Yo me asusté, fui al médico y me indicó que era estrés, pero mi corazón me decía que no, que eso no era… al mes volví a convulsionar a tal grado que caí de mi cama, ya que eso me daba solo en la noche, sola en mi cuarto. Al día siguiente me fui toda asustada adonde mi jefe y le pedí que por favor que me realizara un TAC, le pregunté si se veía algo raro y sí… me indicaron mi jefe y el doctor que tenía un tumor cerebral, mi vida estaba en riesgo y podía morir.
Buscaron la manera de ayudarme, me vio un neurocirujano y efectivamente tenía que ingresar de emergencia a cirugía. Estando en el hospital me sentí muy tranquila, ya que todavía no sabía qué tan grave era eso. De pronto vi a una niña de quince años que llegaba de la sala operaciones, no la vi normal, su cuerpo y sus reacciones me asustaron mucho y pregunté qué tenía, otra paciente me indicó que la jovencita tenía lo mismo que yo y que podía ser que yo terminara igual. En ese momento me sentí perdida, no paré de llorar, lloraba por muchos motivos, especialmente por mi hijo, que lo iba a dejar solo en este mundo. Incansablemente lloré hasta el punto que me despedí de mi familia, ya que yo pensaba que iba a morir.
El día mi operación yo decía que ese sería mi último día de vida, me despedí de mi familia, desconsolada, hasta que mi hijo me dijo: “Mami, no llore, yo sé que usted va volver, yo tengo fe en Dios, aquí la voy a esperar y usted me va ver graduarme y voy a triunfar”. Esas palabras me partieron el corazón.
Para gracia de Dios, salí, me recuperé, volví a trabajar en el hospital, logré ser una gran profesional como asistente de paciente y me volvieron a seleccionar para otro puesto más alto como asesora de servicio al cliente, ahí yo trabajaba con personas profesionales, yo con solo mi estudio de primaria, entonces me empecé a sentir mal de ver que no tenía títulos como ellas, y tomé la decisión de sacar mi bachillerato.
Me vine a matricular aquí, al José Joaquín, con vergüenza por mi edad, pero con excelentes palabras me motivaron y quitaron esa vergüenza en mí, ya que me sentía muy vieja para empezar desde séptimo, y hoy en día con mucho esfuerzo y dedicación a pesar de mi dificultad he logrado llegar hasta décimo, lo que nunca creí, pero lo conseguí por mi esfuerzo y con la ayuda de todos los profesores que hicieron que confiara en mí y lograra alcanzar mi sueño. Ya me falta poco, cuesta, especialmente cuando se trabaja todo el día y se estudia por la noche, pero lo que cuesta es más satisfactorio.
Bendiciones a todos y a seguir avanzando.