Santo Sepulcro de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe (Cristo Yacente): una joya del arte religioso en nuestro cantón

Independientemente de nuestras creencias, el arte religioso constituye uno de los pilares más sólidos de la cultura universal, pues a través de él los pueblos han expresado durante siglos su fe, sus valores y su visión trascendente de la vida. Esculturas, pinturas, retablos, urnas procesionales y templos no son únicamente objetos materiales, sino vehículos de espiritualidad que transmiten mensajes de esperanza, de sacrificio y de redención. En el contexto latinoamericano y, de manera particular en Costa Rica, el arte sacro ha desempeñado un papel esencial en la configuración de la identidad cultural, convirtiéndose en un puente entre la tradición heredada de Europa y la sensibilidad propia de nuestras comunidades autóctonas; de esta manera, el arte religioso se convierte no solo en objeto de contemplación, sino en un patrimonio que fortalece la memoria colectiva.

La Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en el cantón de Goicoechea, custodia una de las piezas más significativas y admiradas del arte sacro costarricense: el Santo Sepulcro, también conocido como Cristo Yacente, una obra que se distingue por su incalculable valor artístico.

Este Santo Sepulcro fue diseñado y elaborado en la década de los años cuarenta por el grandioso imaginero costarricense Manuel María Zúñiga Rodríguez, oriundo de Montes de Oca, maestro escultor que dedicó su vida a la elaboración de imágenes religiosas que se encuentran hoy en día en distintos templos del país. Se considera que fue realizado con la colaboración de Julieta Zúñiga, hija de don Manuel, quien participó activamente en el taller de su familia. 

El Santo Sepulcro de Guadalupe consiste en una imponente urna procesional que encierra el cuerpo de Cristo tras la crucifixión. Elaborada en maderas finas como cedro amargo, materiales tradicionales de la imaginería nacional, presenta detalles ornamentales tallados y policromados que acentúan la solemnidad de la pieza. Asimismo, los vidrios de la urna fueron importados desde Alemania; sus dimensiones y peso (dos toneladas) son tales que requieren la colaboración de 36 cargadores (Caballeros del Santo Sepulcro) para trasladarla por las calles en las procesiones. En su interior, la imagen del Cristo Yacente destaca por el realismo y la serenidad que transmite; los detalles anatómicos, la expresión serena del rostro y el cuidado en la policromía reflejan el talento de un maestro artesano que supo adaptar la tradición barroca a la sensibilidad costarricense.

Así, el Santo Sepulcro de la Parroquia de Guadalupe se revela como un bien patrimonial de gran relevancia. Representa la pericia técnica del imaginero Manuel María Zúñiga, cuya obra ocupa un lugar fundamental en el acervo cultural del país. También encarna la continuidad de una tradición religiosa y constituye un referente identitario para el cantón de Goicoechea, al punto de haberse convertido en uno de los símbolos más queridos de la religiosidad local; es mucho más que una pieza procesional: es un verdadero tesoro del arte religioso costarricense y un símbolo de fe para el pueblo guadalupano. 

Nota publicada en 1979, don Manuel falleció el 03 de enero de ese año.

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