Sin duda alguna, los problemas son una parte inherente de la vida. Algunos podrían ver la vida misma como una constante lucha, desde el momento en que nacemos hasta el final de nuestros días. Esta percepción no está alejada de la realidad; sin embargo, todos los seres humanos enfrentamos dificultades de diversa índole a lo largo de nuestra existencia.
Pero, ¿qué hacer cuando nos encontramos frente a un problema que parece no tener solución? Cuando enfrentamos una situación que nos hace sentir como los tripulantes de un pequeño navío en medio de una tormenta, lo único que puede mantener a flote nuestra embarcación es la fuerza de voluntad. Esta fuerza, a su vez, necesita un ancla sólida que le dé fundamento para resistir los embates más fuertes: puede llamarse esperanza, optimismo, hijos, familia o la creencia en una fuerza invisible que sentimos presente en nuestras vidas. Esa ancla nos brinda el motivo para mantenernos a flote, sin importar las circunstancias.
Algo de lo que siempre podemos tener certeza, además de los problemas, es que todo momento o circunstancia es pasajero. Ya sean buenos o malos, los tiempos pasarán… y así como la tormenta más terrible, después de ella, llegará el sol más hermoso para iluminarnos y llenar de calor nuestros corazones y nuestra esperanza.
Un ejemplo idóneo de esto lo encontramos en la obra que estudiamos en clase: “Prohibido suicidarse en primavera”, del dramaturgo español Alejandro Casona. En el tercer acto, se nos presenta a Juan y Alicia en una situación delicada. Alicia interrumpe un intento de suicidio por parte de Juan, quien pensaba que era el momento idóneo para poner fin a la agonía emocional que había convertido en su realidad constante. Alicia, con una perspectiva diferente, llena de optimismo por la llegada de la primavera, le ofrece a Juan la oportunidad de sentir la maravilla de ese momento. Con una actitud presta y amable, le brinda su compañía y abrazo, sirviendo de ancla para el dolorido corazón de este triste personaje. Quizás antes, Juan no había recibido ese consuelo, ese abrazo que un ser humano puede ofrecer a otro. Alicia le demuestra que nunca estuvo solo en sus tormentos, pues, al igual que él, otros también sufrían. Y aunque cada uno atraviesa sus propias tormentas, es posible que un corazón dispuesto, con el ánimo y la voluntad adecuados, logre iluminar hasta el momento más oscuro.
Ensayo escrito por Humberto López Solórzano, estudiante de la sección 11-1.