Hoy mi corazón está lleno. No solo de alegría por graduarme, sino de gratitud por cada uno de ustedes, que fueron parte esencial de este camino.
Mientras llego a este momento, me doy cuenta de que no avancé sola: caminé acompañada de sus palabras, su paciencia y su cariño.
Gracias por estar ahí cuando me costaba, cuando me sentía cansada, cuando pensé que no podía más. Gracias por levantarme con una explicación, con un consejo, con una mirada que decía “sí podés”.
Ustedes no se imaginan cuánto significó para mí cada gesto, incluso los pequeños: repetir una clase, preguntar si estaba bien, motivarme a seguir, creer en mí cuando yo ni siquiera sabía cómo hacerlo.
Hoy entiendo que una parte de mí está hecha de todo lo que me enseñaron: de su dedicación, de su esfuerzo silencioso, de su amor por enseñar.
Ustedes marcaron mi vida de una forma hermosa, y cada logro que hoy celebro lleva también el nombre de cada uno de ustedes.
Gracias por enseñarme, por cuidarme, por guiarme y por acompañarme.
Gracias por regalarme su tiempo, su voz y su corazón.
Hoy me gradúo, sí… pero también me llevo algo más grande: me llevo el recuerdo de personas que creyeron en mí y que jamás voy a olvidar.
Con todo mi cariño, respeto y admiración, gracias por ser parte de mi historia. Hoy, este triunfo también es de ustedes.
